María Stma. de los Dolores

De todas las advocaciones con que se venera a la madre de Dios, la de la Virgen dolorosa quizá sea la mas extendida, por ser la que mas llega a los fieles. Desde muy antiguo, y especialmente con los místicos, fue cimentándose la idea de una pasión de la Virgen paralela a la pasión de Cristo. Según nos relata Santa Bárbara en sus «Revelaciones» , es la propia Virgen en sus apariciones a la santa, la que le revela que los dolores de Jesucristo habían sido sus dolores, por que el corazón de Cristo era su corazón, un corazón generoso en el que se fueron clavando, siguiendo la metáfora de Simeón, los dolores como espadas, que la tradición popular identificará en siete, siendo estos siete dolores de María una de las devociones mas arraigadas desde la Baja Edad Media.Las siete espadas o dolores de la Virgen, a saber: la Profecía de Simeón, la huída a Egipto, el Niño perdido en el templo, el encuentro de Jesús con María en la calle de la Amargura, María junto la cruz de Cristo, María acogiendo en su regazo el cuerpo inerte de Cristo y la colocación del cuerpo de Cristo en la sepultura, son imágenes que han sido representadas ampliamente en toda la Historia del Arte y en todas sus manifestaciones, bien unidas en grupos o retablos, formando un todo, bien aisladamente.

En nuestra Hermandad damos culto a una imagen de la Virgen Dolorosa de las llamadas de vestir o de candelero, desconociendo cual pueda ser su autor. Normalmente suele vestir hábitos de la realeza de María, coronada por presea real con imperiales y ráfaga, a veces sustituida solo por una ráfaga en sus benditas sienes, o bien se vista con el tocado llamado de hebrea, especialmente utilizado en cuaresma. Actualmente la imagen adquirió la iconografía extendida en Sevilla, con los brazos separados, lo que le permite colocar en sus manos rosarios, pañuelos en que enjugar sus lágrimas y otros atributos de la pasión, amén de llenar sus delicados dedos con anillos. Los dolores se representan en un puñal clavado en el pecho.

Sin embargo, antaño, la imagen estaba representada con las manos unidas y los dedos entrelazados, que servían de soporte a una especial joya, con forma de corazón atravesado por los siete puñales, donada, junto a una saya y manto bordados en oro sobre terciopelo azul, por el Vicario Don Manuel Bejarano y Fonseca, patrono de la primitiva hermandad Servita, cuyo cuidado en la actualidad recae en los Marqueses de Cerverales, como herederos del Vicario, el cual además de dichas donaciones, movido por una desbordada devoción a la Virgen de los Dolores, labró la capilla donde se venera la imagen en terrenos de su propio palacio, quedando desde entonces anexa a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

El autor de la talla quiso representar en la imagen el quinto puñal o dolor de María, que solo está recogido en el Evangelio de Juan (19, 25-27): Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, (…) Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo mas querido, dijo: «Mujer ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. Esta extendida iconografía sin embargo no está recogida por los otros tres evangelistas, que se limitan a decir que junto al calvario estaban las mujeres que lo habían acompañado, popularmente llamadas «las Marías» (María Magdalena, María la madre de Santiago, la de Salomé…). Sin embargo, es lógico pensar que si María estaba en Jerusalén no abandonaría a su Hijo en tan trágicos momentos, lo que ha tomado como cierto desde muy antiguo la sabiduría popular, imaginando todos aquellos episodios tan duros de la pasión de Jesús que debió sufrir María su madre, en su propio corazón.