Santo Cristo de las Penas
Y si los dolores de María están representados en la Historia del Arte, los padecimientos de su Hijo lo están también, recogiendo en sus diversas expresiones todos y cada uno de los momentos de la Pasión, no solo los descritos en los Evangelios, sino también aquellos imaginados profusamente por las visiones de los santos y la devoción popular. Como es sabido, el Concilio de Trento da una especial importancia a las representaciones en imágenes de la vida y sobre todo de la pasión de Jesucristo, por el carácter catequético que adquirían, siendo una forma efectiva de narrar y hacer llegar el contenido de los libros sagrados a un pueblo que sin saber leer, adquirían su conocimiento de tal manera a través de las manifestaciones plásticas expresadas por el arte.La iconografía de Cristo en el momento posterior a la flagelación ( en el que sufre la burla de la soldadesca, ironizando sobre su realeza, y así la sede del trono será una piedra, su corona de espinas, por cetro una caña y cubierto por un manto púrpura, siendo reverenciado con sorna por sus verdugos, y al que burlescamente ultrajaban aclamándolo como rey de los judíos) está muy extendida, bajo las advocaciones de Jesús de la Humildad y Paciencia o Cristo de las Penas (por ejemplo, en las cofradías de Sevilla el Cristo de las Penas de la Cena, Cristo de la Salud y Buen Viaje, de la de San Esteban, o de la Coronación de Espinas, de la del Valle, y aquí en Estepa, el de la Humildad y Paciencia de la Hermandad del Dulce Nombre).
En algunos casos, como en las imágenes de Estepa, la ubicación junto a la imagen del pilar o columna de la flagelación, ayuda a definir el momento, diferenciando esta interpretación de otra en la que Jesucristo aparece en una pose parecida, pero en un episodio distinto de la pasión, también sentado pacientemente, pero aguardando el fatal momento de la cruxificción, mientras sus verdugos manipulan el instrumento de la tortura: la cruz, y que podemos ver en el Cristo de las Penas, de la Hermandad de la Estrella de Sevilla, o en el lienzo del Cristo de la Clemencia, de Alonso Cano, de la Iglesia de San Ginés de Madrid.
La imagen cristífera que toma nuestra Hermandad es la de Cristo sentado sobre una piedra, junto la columna de la flagelación, coronado de espinas y con la caña en la mano derecha. A pesar de no procesionar actualmente en la Estación de Penitencia del Martes Santo, desde muy antiguo se daba culto al Cristo de las Penas, el cual acompañaba en la procesión al Señor San Pedro los Domingos de Ramos, e incluso posteriormente durante algunos años, tras la reorganización de 1953. Es curioso como se veneran dos imágenes distintas, y ello se debe a que la primitiva, que se encuentra en nuestra Capilla, data de los tiempos de la fundación, en hechura de papelón, material que tiende a deformarse, lo que junto a su relativa calidad artística y estética, hace que se sustituyera en el siglo XVIII por otra talla, donada por el clérigo D. Rodrigo de Melgar a la Iglesia del Carmen, con la condición de que se cediera para la acompañar a la procesión del Señor San Pedro, por lo que amablemente es cedido cada año por la Parroquia de San Sebastián para los cultos cuaresmales.
En ambos casos las imágenes representan lo narrado en los Evangelios: Juan (19, 1-3) nos lo narra escuetamente: Entonces Pilato ordenó que tomaran a Jesús y lo azotaran. Después los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le colgaron en los hombros un manto de color púrpura y acercándose a él le decían: ÒÁViva del rey de los judíos!Ó Y le daban bofetadas. Descripción que, situada después de la flagelación, prácticamente repiten, aunque con más detalles, tanto Marcos (15, 16-20) como Mateo (27, 27-31), siendo éste el único que introduce la figura de la caña como simulacro de cetro real. Sin embargo Lucas (23, 16) simplemente nos dice que Pilatos lo castigó.